Crónica del concierto de Roger Waters
Desde que se conoció la noticia del
regreso de Roger Waters a México, presentando de nuevo The Wall, crecieron los ánimos de los Pink
Floydianos, y como siempre por twitter y facebook el fenómeno se precipitó al
lejano evento. Hubo quien protestaba por no tener tanto tiempo de haber presentado
el mismo show apenas un año atrás; pero ahora la modalidad era distinta, pues
el primero era una experiencia íntima: auditorios pequeños y cerrados, para
crear una atmósfera más absorbente. Y ahora el nuevo se anunciaba en el
conocido “Foro Sol” lugar que debe su fama a los eventos de tipo “Estadio”: con
mucha gente y dudoso sonido. Pues según se supo, se adaptó toda la producción del
añejo show a foros tumultuosos. El escepticismo apareció en algunos, y aún así,
los boletos no tardaron mucho en terminarse.
Llegaban de todas partes y de
diferentes formas al foro sol, algunos con camisetas de conciertos previos,
mostrando el ya tradicional emblema de los martillos cruzados. Algunos saliendo
apenas del trabajo, de traje o con vestimenta casual. Desde antes de llegar se
podía sentir la emoción contenida de los que pagaron su boleto, entre más te
acercabas a las puertas las voces crecían “te sobran o te faltan” “aguas
oficiales del Waters” “el poster o la camiseta para damita” todos los
vendedores importunando amablemente, si llegabas con tiempo holgado, podías
chacharear. Muchos otros tomando caguamas afuera para no pagar tanto por ellas
adentro, porque costaban hasta 100 pesos. Y los que llegaban tarde apretando el
paso por estar a tiempo a escuchar los épicos guitarrazos de “In The Flesh?”.
Una
vez dentro, saltaba a la vista el muro gigantesco de 150mts y te daba
oportunidad para respirar por haber logrado estar desde el principio, ya
inmediatamente, el ánimo y la ansiedad se dejaban sentir por querer ver lo que
Roger tenía preparado.
Se escucha el cuchicheo de la gente
hablando ya sea del trabajo, de la escuela o de otros conciertos antes vistos.
No se mantiene discreto quien se sabe a sí mismo un gran fan de Pink Floyd, y
saca alguna que otra anécdota o dato curioso, siempre narrando con confianza.
En medio de alguna conversación, y grito de los vendedores de cerveza, se
apagan las luces, y de la mayoría escapa un grito de euforia. Se escucha el
intro del disco, y pronto acapara la atención el estruendoso “In The Flesh”.
Sale Roger Waters con mirada severa, se le ve canoso y un poco viejo, pero con
actitud segura, se pone la chaqueta de cuero con los martillos rojos, propia de
un dictador y comienza a cantar. El público se permea con luces rojas y
blancas, todos ahora somos miembros de ese régimen y estamos dentro de la
atmosfera que diseñó Waters hace más de 30 años.
Termina la primer canción con fuegos artificiales,
y una avioneta vuela por todo el foro, para estrellarse en el muro y ser
consumida en las llamas. La gente enloquece y el bullicio se mezcla con la
destrucción sonora y en la pared blanca se proyectan imágenes de la película
homónima, mientras empieza “The Thin Ice” el éxtasis se torna en contemplación,
y poco a poco a través de “Another Brick In The Wall pt (I)” se espera que
empiece lo explosivo de “Another Brick In The Wall pt (II)” por mucho la
canción más conocida del extinto grupo, (y la única que muchos de los
asistentes conocen) Todo mundo cantando el verso y el coro, y pronto aparece
una marioneta gigante del temido profesor, salen entonces a escena un grupo de
niños pertenecientes a las agrupaciones de Marabunta y Barrio Activo, para
reclamarle la educación alienante al profesor de trapo, ayudados por los miles
de entregados asistentes.
En el muro se proyectan imágenes de
caídos en guerras, también incluye la foto del hijo del poeta Javier Sicilia,
acaecido en la guerra contra el narcotráfico. Al concluir la canción, el ex
integrante de Pink Floyd, agradeció a los cantantes infantes, y esforzándose
por hablar español, dedicó el concierto a los niños que han desaparecido en la
guerra del narcotráfico, y a las mujeres caídas en Cd. Juárez. Con tono
indignado preguntaba “¿Dónde están?” “¿Dónde está el amor?” lo que a muchos les
erizó los nervios, pues es un hecho que duele a la sociedad mexicana: la
violencia y la impunidad.
Con forme va avanzando el contenido
de la obra, llena de reclamo a la guerra, la composición social, el orden
político y la crítica personal, se proyectan imágenes y frases alusivas a la
lírica del disco. El ánimo colectivo se deleita entre la reflexión y la euforia
de escuchar los temas que por tanto tiempo los ha acompañado en diferentes
situaciones. A algunos se les veía llorando, otros perplejos, y otros más
cantando todas las letras. Poco a poco se va construyendo el muro entre la
banda y el público, hasta que al final del primer bloque queda totalmente
cubierto el escenario con la imponente pared, formada de ladrillos.
El concepto de “The Wall” va más allá
de la superproducción y es una idea que refleja mucho la personalidad del
autor, pues la simple idea de poner una barrera entre el escenario y la gente,
es aventurada, porque el mismo Waters, la ideó, a partir de la irritación que
siente de la entrega alienada a los artistas, más directamente a estrellas del
rock, y que no trata de entender su mensaje, sino que lo adula, idealiza y
alaba, hasta que su mismo ídolo se convierte en un dictador, y la masa lo
venera sin cuestionar, es un tanto cómico entonces cómo hace un concierto
masivo para dar este concepto, incluso un poco irónico, pues la mayoría de los
asistentes estaban completamente alienados, justo como lo que critica. Al
cabo Todos somos sólo otro ladrillo en
la pared.
Resulta interesante observar a los
asistentes, pues son desde personas que andan por los 50 años, hasta los 15 o
16 años, desde clase alta hasta media baja y a todos los impacta igual, se
sienten identificados con el mensaje, que se mantiene vigente a través de los
años, los conmueve la madre sobreprotectora, el padre ausente, el sistema
educativo, las sectas fraccionarias, los grandes consorcios, el capitalismo. Se
dejan absorber por este mensaje directo e impactante, de tonos oscuros y te
invita a vivir encarecidamente la esquizofrenia, y los traumas de ser un simple
humano. Todo esto hábilmente ilustrado por Gerald Scarfe, quien hizo la
animación para la película, y cuyos extractos se vieron en el impresionante
muro.
Empieza la segunda mitad, con un
Roger hablándonos desde el otro lado del muro, “Hey You” y “Is There Anybody
Outhere?” y a cada uno nos llegan las letras concienzudas y los solos de
guitarra que alguna vez interpretara Gilmoure, recorremos este viaje funesto, y
nos encontramos con “Confortably numb” que incrementa el éxtasis con el solo de
guitarra tocado desde arriba del muro, luego nos encontramos con el dictador, juzgándonos,
y disparando al público con una metralleta, para terminar siendo juzgados por
todo el sistema, y sentenciados a vivir en la infamia por tener sentimientos
humanos. Y toda la gente gritando que se derribe el muro, con un ímpetu vibrante,
se escucha el reclamo colectivo, y cada uno ofrece su garganta para reverberar
en el foro. Hasta que esta pared, construida poco a poco por cada uno, explota
y cae.
Termina con un agradecimiento
cantando una vez ya Afuera Del Muro. La tensión se empieza a relajar. Encienden
las luces, y la gente se mira furtivamente entre sí tratando de entender lo
vivido, muchos siguen gritando y otros se apresuran a ganarle al tráfico.
El vivir esta obra con tanta gente
emocionada, crea sensaciones increíbles, sobre todo si tienes empatía con este
disco. Es gratificante ver como este hombre ya viejo, puede seguir
arrancándonos sollozos y tinieblas en nuestras mentes, con la música más
rockera de Pink Floyd, con las letras más agresivas, con emblemas inolvidables,
conceptos fuertes, y símbolos perdurables, Roger Waters; logró dar estética a
su naturaleza megalómana y estar ahí fue por un momento estar en otro lado.
excelente crónica, ver el puerco volando por el foro y caer entre la multitud de lo mejor
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