¡Cuidado!
Las fosas te esperan con su tierra de olvido,
donde el crujir de los cráneos despide a la risa.
¡Shhh!
No intentes señalarnos, tan sólo puedes murmurar.
Los barrotes de tus dientes los adquirí al mayoreo.
Soy un rumor de tu amigo, o del padre de tu amigo, o del
primo de tu novia.
Me tienes más cerca si sustituí a tu hermano, a tu madre, a
tu esposo.
¡Cuidado!
Soy un fantasma; soy cualquiera.
Soy todos: el que pide un taxi, el que toma una cerveza, el
que toca el claxon.
¿Viste esa mirada?
¡Sospecha!
ii
Cuando le arranqué con pinzas el dedo al dedo
Su miedo fue mi credo.
Soy criadero de flagelos
iii
Carne de mi carne:
sangre de mi sangre.
Me riego por todo el piso.
Me confundo con un grito de puerco, me visto con él.
Te pongo mi cabeza de puerco.
Humillo hasta desaparecerte.
¡No! Me sobraba una bala, pero me sedujo el garrote.
iv
Todo es tan probable que asusta a la razón.
¡Miedo!
Me fortalezco en el verbo futuro y condicional.
Te entumiré, te aislaré;
te haré mentir, te haré celar y,
finalmente, odiar.
Planté la semilla que se extiende fecunda.
Brillo y opaco las miradas de sospecha.
Soy universal.
v
¡Corre!
La fosa tirará tu suelo.
La tierra fría te mojará con sangre innominable.
La sal de los doloridos se te pegará al cuerpo:
borrará tu recuerdo, anclará mi presencia.
vi
Ahí viene el desfile diario de cuerpos sin nombre.
¿A quién vas a anotar hoy en la lista de nombres sin
exequias?
1, 10, 100, mil.
Si no llegas temprano tu nombre será un número.
Si no obedeces tu nombre será un número.
Si te quejas tu nombre será un número.
Si no pagas tu nombre será un número.
Sí, enumero para deleitarme.
Sí, tu cárcel es tu miedo. La construí tan fácil
que la esperanza cayó sin cabeza, cuando dejaste de vivir,
para meterte en una cueva.
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