La Ciudad Cede

¡Ah! ¡ahí están!

los creía perdidos entre escombros ahora ungidos.
El viento les penetra con caricias
y el celaje se ve tan gris

Hay un zoologico humano disponible si vas lento.
Ahí, los charcos no son grasas, sino espejos;
y el ruido de besos no es un silencio.

Los quejidos, enternecen fallidamente,
y los tsunamis de acero y vidrio
te amenazan con su reflejo de lluvia

Si vas por el subsuelo,
el alma, la vendiste por un boleto
a un alma uniformada.
Y la bestia, gruñe gorgoteando
desde el centro de miradas de cristal.

El roce de sudor te lanza para escapar.
¡El viaje! ¡el viaje!
El viaje de destinos, se convierte
en fugas menesterosas

La bestia, toma formas de recuerdos ausentes,
que cristalizan aún más los ojos;
y escapan, tambien, exiliadas hacia sí mismas.
No se soportan entre iguales


La angustia grita en los semáforos.
Les hincha las venas resecas,
y la angustia, busca violenta a su víctima.

Las coladeras se tragan los sueños,
y la edad se filtra con la inmundicia.

A algunos, se les vio convertir su
cuerpo en lágrimas, para aceptar su
destino y derramarse

¡Ahí! ¡Ahí!

Ahí, hay risas que se confunden con llanto.
En el país desierto, se reúnen
escupiendo la vida impuesta.

La boca reseca les sabe a verdad.
Brindan a su salud con triste sonrisa.
Se agachan, lloran en secreto y ¡se van!

Dejan la roja guarida.
Y el televisor los acaricia con
su maternal tacto.

Un niño, llora atrapado en
medio de los ríos, que arrastran
un fango que se parece al
CAOS

Pero las bocinas se levantan
para tapar las estrellas.
El niño, se convierte en cocodrilo.



Ya la tarde cede a las luces.
Y el decapitado espera ser encontrado.
Y un suspiro espera ser recordado
Y la noche espera la secuela
del día siguiente.
Y YO, espero quebrar mis dientes
esperando que deje de ser cocodrilo.



Sergio Ruiz




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